09 mayo 2007

En anhelar no hay engaño

Camila

Sé que esta carta completamente inesperada para ti (estoy seguro), incluso alcanzará ribetes de insensatez. Estoy casi de acuerdo en que seria mas humano enfrentarlo a la cara, lanzar la lanza próxima en medio de tus ojos, mirándolos, esos ojos tristes que disimulas tan bien.
Debido no sé a que oscuras razones, desarrollé creo que medio consciente y medio inconsciente, una increíble torpeza para manejar los afectos, además una infancia de telenovelas e historias pseudo mágicas marcaron mis elucubraciones infantiles, fue increíble darme cuenta a los 12 años que necesitaba comer para vivir, o a los trece entender que todas las personas tienen familia, o el profundo pesar de saber que la muerte espera a mi madre en la esquina, y empezar a entender que lo valorable de la vida, es que tiene un fin, que llega de improviso. En mi mente infantil, acumulé miedos que no quiero detallar, y también la sorpresa de saber que la gente desarrolla formas de lidiar con los suyos propios.
El hombre de la esquina trabaja todo el día, llega cansado de la pega, a veces piensa en ese dolor que marcó su interior como una llaga soldada a sal, la señora de mas allá desarrolla su ritual diario, como una ofrenda a su hija que partió.
El otro día pensaba en porqué los mayores sacrificios y bondades, siempre están asociados a una violencia estúpida, como que si Dios no permitiera la expiación sin dolor (siempre supiste que soy creyente, a veces increíblemente perdido, pero creyente al fin). La respuesta la hallé observando.
Como seres humanos, tenemos la capacidad de modificar el entorno, en base a una idea intangible como es el bienestar posterior. Somos increíblemente movidos por la pereza, la primera rueda se invento porque algún flojo no quería caminar, y así todo nuestro desarrollo nos lleva al confort, pero es extraño porque apunta a un confort sensorial, a un gobierno de los sentidos. Pa mi es triste, la parte mas espiritual se socava mientras el consumismo llena las paredes, el sol sale cada vez mas tarde, la micro se llena de bostezos. Es aquí donde aparece la importancia del dolor. El dolor es difícil, soportar el dolor no es cómodo ni placentero (obviando masoquismos insensatos), luego -aunque este pensamiento tenga un toque en virtud de validar la violencia- la real entrega, el abandono total en pos del otro, el ser capaz de sufrir por el bienestar del hermano, del amigo, del vecino, de quien lo necesite, es la forma mas elevada del amor.
Interesante es esa dualidad, el amor inevitablemente esta unido al dolor, incluso a veces uno es precursor del otro.
Seguramente ya estas pensando en que tiene que ver esto contigo, bonita
Y acá viene la parte mas insensata, pero la mas sincera también.
Frente a los noticieros crónicos, a las explosiones ensordecedoras, a una compulsiva soledad auto impuesta, en la vereda del esperar que lo indicado llegue, mientras fedex dice que mi carta se perdió en la inmensidad de un océano de ladridos, me voy llenando de otoños amarillos y crujientes, me voy llenando de dudas y fracasos, mientras esta vida que ya casi llevo a cuestas, se planifica sin plenificarse, mientras poco a poco la tierra firme desaparece y no quedo mas que como un naufrago en medio de un océano calmo, llagándome de días, llenando mi pelo de piojos y entropía.
Y si aun no entiendes para donde va todo esto...
Al principio fuiste pa mi una flor mas en el paisaje de la Universidad, tan ruda y tan impropia por esos días. Siempre crecías al oeste de la Pía o la Fernanda, en una estela infranqueabilidad que siempre, incluso ahora, me congela.
Luego pasaste a ser una persona a mis ojos, no solo la compañera mas bonita del salón. Y fue de nuevo como a los 12, encontrar que esa idea que representabas era real y a tres pasos de distancia.
Ahora eres, si es que aun no queda del todo claro
Pa mi
El bastón para soportar el dolor
El suave nombre que endulza la mañana
El anhelo que fortalece al soldado en su guerra
El faro que guia al pescador a su mujer y a su casa

Esto de soportar castillos voladores de cristal puede parecerte patético, quizás a los 23 me de cuenta que el amor no es tal sin sexo, sin caricias, sin corresponder, pero eso ya se verá, queda tanto por crecer pero tanto mas por dejar atrás.

Pero por ahora, solo déjame agradecerte por ser el sol de mi planeta
Mi gran anhelo.