22 mayo 2006

Tira más fuerte

Tira más fuerte, más, es sólo un caballo, salva tu vida. Se está desangrando y no para, no tiene sentido. ¡Calla!, deja que siga, tiene que detenerlo, el botín que se le escapa es su único futuro. Sigue, Artemio, Sigue, mata a ese caballo si es necesario. Qué par de balazos que le encestó, más miedo me dio la escandalosa caída de ese pobre hombre, muy ladrón será, pero oír ese esqueleto partiéndose en el piso le ablanda el corazón a cualquiera. Aunque Artemio recuperó su dinero, lucía moribundo, no había forma de hacerlo entrar en contacto con el mundo de los vivos, le serví un agua de yerba, le di un café negro, masajeé sus espaldas, luego le dije que saliera a dar una vuelta, cuando volvió se me ocurrió discurrir por todo el comedor cada uno de los pesos que rescató, en orden decreciente por billetes, primero los de veinte, luego los de diez, etc. En los bordes de la mesa, por toda la mesa, coloqué cada una de las monedas, parecía el marco de una pintura verde, con cielo rojo. Lo hice por que de ese modo se podía contar cada uno de los pesos, así recordaría que no perdió nada, y que además fue un valiente. Cuando llegó me dijo que esto era un cuadro de muerte, eso fue lo más extraño, escucharlo hablar así, él nunca decía cosas como de novelas. Yo soy una señora tranquila, no tengo penas ni nada que se le parezca, sin embargo, debo reconocer que un largo atontamiento he tenido desde tiempito atrás. Sabe usted, que sólo ahora que alguien me hace hablar de esto, es que me doy cuenta que hace meses que no lloro, y que mi marido ya no habla conmigo sino es para ordenar el trabajo de las siembras, decir que me quiere casi sin ganas, o preguntarme qué necesito muy a lo lejos. Lo cierto es que el dinero sirvió para toditos los arreglos del potrero, los animales están sanos y producen bastante de todo. La tierra se está pagando sola.

Mi marido sigue casi, casi igualito. Después de que usted y yo habláramos el otro día, llegué con la firme determinación de conversar con él, tal como usted me dijo. Bueno, apenas entré, me quitó la mirada con un tímido saludo, se hizo el que cortaba queso y comía con mucha hambre, no me importó ná, y me largué a hablar como una radio a pilas. Le solté todas las locuras que veo y pienso, que sentí y que sufrí, le solté todo, hasta con lágrimas. Después de eso me miró a los ojos serio, y me confesó que su corazón tiene un charquito de agua turbia que hay que limpiar con agua de vida que sale de los campos cuando el corazón de todos los animalitos de Butrón están contentos. Nos abrazamos, y le dije que siempre iba a estar con él, ¡y cómo no! si me río y soy feliz a su lado, a pesar de que no entiendo esa idea tan rara. Ah, además, doctora, le encanta quedarse mirando el reflejo de ciertos charquitos que encuentra, dice que tiene que entenderlos, que algún día sabrá para qué se le puso esa idea en la cabeza, que dice que también se le imagina como una gran poza turbia. Pero cuando mis ojos están todos llorosos y me ve tan cansada, se pone a imitar al señor de la barraca, y al policía, y a la señora del emporio, con tanta gracia que todo se me olvida. Además, ahora que usted menciona que eso es más común de lo que parece, me quedo más tranquila.


Señora Tadea, como doctora, pero con toda la fe de una amiga, le voy a dar el siguiente consejo. Ya han pasado tres meses de todo lo que usted me cuenta, y bueno, tal vez estas palabras le abran una nueva ventana a la relación. Cuéntele que yo no veo la luz desde hace diez años. Tengo un pozo de agua negro, en el corazón, en cada uno de mis ojos. Yo no asesiné a un caballo, sino que más bien a mí misma, pues abandoné a tres de mis cuatro hijos, por miedo a sufrir. Explíquele que para mí todo estará siempre frío, sucio y húmedo, pero aún así se reflejan las flores. Dígaselo a media tarde, cuando esté solo y mirando la lagunilla, su rostro, señora Tadea, refléjelo en el agua mientras le habla, entre en su lógica, no tenga temor.

A mí después me dio risa, cuando entremedio de las lágrimas terminaba de contarle su historia de vida, que me conmovió tanto, se levantó y me dijo: ¡Viste que el agua sucia al fin habló! Yo lo abrasé fuerte, no importaba que siguiera loco, pero algo en su corazón cambió, como que se sintió más cerca de mí. De repente se me deprime, pero no quiere que deje de traerle a usted y a su hijo, todos los meses, estos quilos de carne y queso. El me dijo que su trabajo de médico, es una flor para todo el pueblo.

21 mayo 2006

La reina

Son esas cosas que pasan de repente, llegué acá por el amigo de la
amiga de la hermana de la celebrada, creo que está de cumpleaños,
pero no estoy seguro. La casa es bonita, acogedora, me fijo
prioritariamente en la mesa donde yacen los líquidos, tiritando ante la
inminencia de su futuro gástrico, pero concientes de que de irse no se
irán derrotados.

Me entero que la festejada está de cumpleaños, y cumplo con el saludo
protocolar (mínimo), luego como es de esperar, debemos hacer la
"vaca", y mandamos a los flirteantes de turno a la botillería mas lejana, y
es que en esas cosas, es mejor tomarse algo de tiempo.
Suena de fondo algo de hip-hop, y reviso la estancia, luego de abrir el
primer pisco y servirlo en los infaltables vasos plásticos cafés (debiesen
ser declarados el invento del siglo, mas que la ampolleta o el teléfono).
La música nos invita efusivamente a salir de la casa, y en el jardín,
empezamos a hablar, "comentando" sobre los demás, o cuan mala está
la música, y que tal las nenas presentes, y ya pasó la primera piscola.
Conforme avanza la noche, el frío cala mas profundo y somos atraídos
hacia el interior, la selecta audiencia se hace respetar, y ahora suena en
el Phillips 2005 de 2000 Watts, el papito del flow, macheteando a no se
cuantos, pero ya no es malo, invita a bailar (el pisco se defiende bien,
después de todo).
Prefiero conversar, y para ello me acerco a alguna dama que se vea un
poco aburrida de los beats puertorriqueños, mientras los "amigos" de
polerones anchos y caminata flectada, ponen todo su "perreo talentoso"
en la pista, los miro de reojo, quizás mas copeteado, intente emular al
mas mula, quedando yo como el mas mula, pero con cuatro gramos de
alcohol por gramo de sangre ( es eso posible??), da todo lo mismo.

Nuevamente no me acuerdo del nombre de la nena, pero claramente no
la recordaré por el nombre, fue como un oasis en medio de la bruma,
excesivamente atractiva no era, pero tenia un rasgo difícil de encontrar,
olía muy bien, no como las colegialas, con sus perfumes de guagua,
quizás para despertar al vejete pedófilo de la micro; tampoco el tabaco la
nublaba, en mi cabeza bastante brumosa a esa altura. Y es que tuve que
desarrollar un sentido inquisidor y confiable, en vista de que mi
tolerancia al alcohol es baja, mi olfato es ahora el que me indica los
caminos a seguir.

Mientras yo converso con la nena (ella es la que habla..), los flirteantes
del principio ya están "conociéndose mejor", adentro dos de las cuatro
piezas están ocupadas ya, el frío cala hondo (y no solo el frío al parecer),
en el living corre la marihuana, mientras alguien frega el piso de la cerveza
que se cayó de la mesa. La cumpleañera va tres cero, y busca un cuarto
pa asegurar el partido, sobre la mesa solo quedan los vestigios de la
civilización, un par sigue bailando y besándose al mismo tiempo, en una
maroma corpórea difícil de mantener ya que ella es bastante mas
pequeña que él y a nadie ya le importa lo que suena en el Phillips

(excepto a los vecinos).

09 mayo 2006

429

Para P.A.

...Fue inevitable dejar de mirarla; nunca supe como llego allí, ni como no la presentí. Se veía especialmente hermosa a la luz de las luces de Santiago, no era una belleza común, mas era sincera. Nuevamente afloro con ella, mi sicopatía, o como me gusta llamarla, mi gran imaginación.
Una leve brisa entrando por la puerta de adelante movió levemente sus cabellos, eso me evoco su niñez, imagine sus juegos con su abuela, su terror a la cajita de costura, con esos horribles botones, imagine también sus carreras por los patios de la gran casa de la Estación, sus vestidos largos que seguramente le cargaban, imaginé sus peleas con sus hermanos, mientras vacacionaban en la playa, pude ver sus mil y un caretas, sus juegos de niña con sus amigas, su imaginación desbordante. Bajé un poco más y pude ver su rostro, una mueca cerrada a su compañero de asiento me transportó a su juventud, pude oler sus cantos matutinos de verano, su inocencia que se empezaba a quebrar bajo el efecto de alguna hormona loca, sus amores imposibles y su lucha por entender a Dios. Bajé un poco mas y descubrí su cuerpo, sentí sus amores, cada uno con una marca imborrable, pude ver sus tristeza en las noches por no tenerle, sus recuerdos sobre él y su merma en el amor propio, pude ver sus anhelos de princesita, sentir como imaginaba al ausente príncipe.
Pude acariciar sus proyectos, llenos mas de sueños y coraje que de realidad (seguramente eso es lo importante). Sentí su defensa a regañadientes de una soledad que flota hasta en el aire, sentí su pasión al amar y sus prejuicios morales, imagine su embarazo, Sentí su olor, la divise amando a sus hijos, pensando en lo que pudo y no hizo.
Estaba bajando por sus piernas cuando mi compañero de asiento me pidió permiso para bajar, titubee un poco, mas luego del impas, seguí de pie y me acerque, mire por entre su escote y la imagine amantando, corriendo por el campo tratando de ser mejor madre de lo que su madre fue para ella, aun enamorada de aquel, mas del recuerdo que de la persona.
Pude escuchar sus pasos por la universidad, sus múltiples fracasos y logros, pude ver a sus compañeros y el profundo amor que la rodeaba, pude verla dictando clases donde hacia 15 años había murmurado tanto con su futuro.
Miré sus zapatos, claramente con bastante disimulo y no sin dificultad desde mi actual posición, y la vi ya en el ocaso de su vida, con dos nietos peleándose su amor y aun con horror a los botones, pude verla morir y resucitar, mientras ella no me vio durante todo el viaje, hasta q se despidió con un "permiso por favor", mientras se disponía a bajar de la "Pedro de valdivia, Pudahuel sur", a la altura de Bilbao, mientras yo me dispongo ahora a imaginar otra vida antes de las 8.

04 mayo 2006

El cuerpo está en la esquina siguiente.

Culto y lo contrario,
Distinguido (y ) presidario,
Una piedra en la esquina,
Y una esquina de piedra,
Soy el flaco en gabardina,
Y tambien la gabardina.

Un libro en el desván,
O el sonsonete charlatán,
Un libro de piedra en la esquina,
Y el flaco contrario al sonsonete charlatán.
El lago es un mar,
Un metal distinguído.

Cada cosa he sentido,
Todo lo he vivido,
No, yo no he mentido,
Es que todas las cosas Dios me ha traído,
Con el verso he suplido,
Lo que de mi alma ha fenecido,
Pues la palabra ha nacido,
Eso basta. He aquí un presente redimido,
Un universo autocontenido,
Eso dicen mis sentidos,
Yo no he vivido,
Mas bien,
Nosotros hemos nacido.