26 marzo 2006

Tool Time

Cuadrada y grande, abandonada, perfecta. Lo primero que haré será comprar un par de tasas, hermosas de metal, al menos tres. Dos sábanas. Mucha tela, mucha tela, y plumas. Alambres, ya los he elegido, un material con encanto. En la esquina existe un hoyo que ampliaré de manera prolija, como cuando trabajaba con mi padre. Ensarto un tubo, y la gran cocina de férreo acero me dará calor y comida. Los símbolos del metro realzarán su belleza, y sus asientos forrados recibirán buena compañía. Un lugar mejor que allá afuera, que es mío, pero de todos ellos también. Seré como el guardián de este lugar mejor, un subterfugio a la fría calle aunque sólo alcance para pocos. Ya me quedan cincuenta mil y se comprarán dos ollas brillantes; un termo eléctrico para tomar agua con la esencia de turno; una lámpara, de buen aspecto, para matar las noches en que mis amigos sean silenciados por el alcohol, o por que simplemente no estén. Una mesa, sí, una mesa dura y gruesa donde poder apoyar mi rostro, cansado de tanta desconfianza. Se me dieron dos prendas, casa nueva, ropa nueva. Me gasto el resto en calzoncillos, y calcetines, los últimos bastiones ya de mi dignidad en el vestir. Nadie me ayuda, están todos en el suelo, llegaron del centro sin ninguna novedad más que pan y ojos hinchados. Ya terminé, y se parece a la casa de Simbad el marino, esa de las revistas. Me dan agua, yo compro jabón y lavo regularmente todo. Acá adentro es más fácil conversar, don Peter, a veces prefiere el calor de este vagón al vino. Siento que me hormiguea el cuerpo, estoy feliz acá. Sigo pidiendo, tal vez más que antes, pero cobra cierto sentido, hay que comprar el diario, hay que comprar el mate que tanto nos gusta, pues ¿qué otro sentido tiene la comodidad?. Puedo pensar las cosas mejor si el frío no me cala los huesos. Ahora pedir no es una vergüenza tan grande. Voy a trabajar, sé que algo me darán. Tal vez me despidan sin paga como hace dos años, pero ahora, con un reducto, es todo diferente. Mis amigos cuidarán la casa. No hay trabajo a los setenta, mis hijos deberían ayudarme aunque sólo les di olor a trago. Nada como recostarse acá. Me encantan como se ve esa jarra de cristal con café, junto con los vasos metálicos sobre la mesa. Pareciera un metro de primera clase con asientos forrados y cafés para servir. Me gustaría decirles, a ver si opinan lo mismo, pero siempre dicen que hablo cosas raras. El diario es como un traje fino y un buen perfume, con él en mi mesa me siento más parecido a los que me desprecian. Leo la vida de todos esos pesados, más feos que yo si les pusiera mis barbas y ropas. Si la gente conociera lo simpáticos que son mis amigos, saldrían en la tele, eso si, después de comer y bañarse en el servi-centro. Yo no lo hago nada mal, soy más educado que toda esa tropa de políticos, jamás insultaría a alguien, nunca lo he hecho, si los demás me joden, allá ellos, yo sigo mi vida y ayudo a los que quiero, y si pido es por que necesito comer. Es muy bien ventilado todo, no hace tanto calor. Al lado una construcción se derrumba y saco palos en invierno.¡qué bien han de sentirse los que viven en mansiones, el deleite debe ser enorme y continuo!, me encanta esto de tener un techo. Vienen los señores carabineros y me felicitan por tan linda casa, a pesar de que es ilegal. Ellos me estiman y me dejarán seguir. Las pandillas aún no se enteran, miran de reojo como salgo más limpio que antes, pero creo que no les calza que en ese recoveco, viejo y clausurado por rojos latones, hayan tirado un vagón, ni mucho menos que me lo haya organizado. Los viejos que piden en las calles contiguas, parecen enfadarse cuando el de al lado llega más limpio, por eso, les cuento nada. Por que para mí es un lujo, también el de mis compadres más cercanos, que son mi familia. Los niños se asoman con frecuencia, parecen encantados, incluso me hacen sentir importante, con sus miradas me dicen que soy afortunado en tener un lugar así. El problema es que debo, por una natural defensa, espantarlos, pues se han criado mal, de cuando en cuando me les acerco y noto que podrían destruir mi casa como un juego del que nadie está para corregirlos. Sentado en la calle, pidiendo, no puedo esperar la hora de ir a mi “cuarto”, tengo ansias de comprar el alimento que fuere, con el solo propósito de compartirlo ahí dentro. Con dos jarras de leche en mi mis manos, la gente nota como se me destruyen, como las destruyo con ira y lágrimas al ver que mi casa está por la mitad. Mis amigos botados, con doscientos miserables pesos en la mano, y llenos de tinturas en el pelo. Don Pedro se ríe, no sé de qué. El techo, abollado, parecía peor a lo lejos. Decido que no hay otra manera, pues estoy desposeído, no puedo opinar, sólo me queda seguir, los policías tal vez me defiendan de quienes debieran ser mis aliados.

18 marzo 2006

Amanece

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Alborada repleta de esquinas
de nariz cercana y detalles fastuosos
de salir sol por el poniente
de abrir tus ojos universales
y solo ver rastros de libertad
ahora atada a tu talón
por decisión propia

Enfermamente soberbios
fundamos reglas nuevas
de sumar sin aumentar
acá yo, ella
allá tú, él
un poco mas cerca
aquí nosotros, ambos
aquí uno, uno

La cama plena
de árboles según tus poros
bosque de piel
cascada de lengua
y quise reinar cada gota
tatuar con mis labios de hembra
tus muslos
y algo mas
si la pasión alcanza

Descanso ahora sobre pecho yermo
escupo a relojeros
un vaivén simple
parcela mi tiempo
en segundos de sístole
y diástole

Y soy Cronos
señora de época
apuro tu reloj
con besos simples
y caricias no tanto
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La bruma despobla mis ojos
el sol de los tuyos
calienta la pieza
y no solo a ella

No pudo ser un sueño
y si lo fue
redefino sueño
como sueño, tus ojos
como ensueño, tus manos
como cielo, tu misma y tus prados
tu pasto tierno
y tu pelvis de cuna

Única dueña de mi amor no eres,
como no amar tu pasado
tus pasados
que forjáronte ama-ble
en cada instante
en cada parte

Como no amar tu futuro
de madre cálida
como la mía
de niños corriendo
pero dejemoslo pa después
ahora quiero correr yo
sobre tus cerros
hasta sacudir cimientos
en lo profundo de tu tierra

Y regar sangre blanca...

- ) Te Amo
* ) te Amo mas
- ) Lo dudo....

10 marzo 2006

Surge una brisa.

Si el señor Dolor se queda a cenar, prefiero que se digne a comer con sus dos manos, y suelte a mi Calma de su delicado cuello. Para cuando acabe su plato, espero que repare, en lo herido, y en lo rojo que fabricaron sus manos. Sería mucho esperar arrepentimiento del señor dolor, a lo sumo me conformo con que, al ver mi vapuleada calma, diga: ¡Qué fea está! , ¡Tan mal la dejé, que no la ataré más!

Luego, no es deseable que el señor Dolor camine por cualquier parte de mi ser, es muy deseable que, aun pisando mis jardines, se congracie con no visitar mi templo, ese constructo enorme que siempre ha vivido en mi pecho.

Si el señor Dolor ha cumplido ya su labor (añoremos que tenga alguna utilidad), bien puede irse lejos, con gusto le asignaré un reluciente ejemplar de un Código de Conducta que para entonces ya le habré terminado de confeccionar, así cuando me abandone, e infecte otros mares, podremos esperar una conducta más indulgente y civilizada. Habrá para él, tal como en ciertos países, un “Estado de Derecho”. Esperemos que este “Sufrimiento en Derecho”, acerquen al conflictivo y tantas veces díscolo señor Dolor, a ese camino de compasión que cada una de sus victimas desea, y deseamos. Si esto no sirve, lo aceptaremos con él, es decir, “con Dolor”.

Debo reconocer, con dolor, que es difícil librarse del señor Dolor, pero a usted señor Dolor, sí, a usted le digo con alegría (Una gran tipa): su sentencia de muerte está ya dictada, por la máxima autoridad. Bien puedo decir, aunque usted y su olor estén aquí, que lo considero derrotado, muerto.

08 marzo 2006

Oye weón, y ¿como te fue en el campo?

Unas noches tan bellas, tanto
que los niños no les temen
que obligan a dormir de día
pinceladas de estrellas tan cercanas
que puedo manipularlas
para escribir tu nombre

Conoc
í un bosque cantante,
si estás dispuesto a escucharlo,
uno que apunta fiel al cielo, derechito
bajo el lago de estrellas, parejito
y en su canto me mostró
su corazón de anciana
madre, hija y mujer
vestida de vestido
del rojo ido
de su placer
a veces
a veces

También conocí una playa
de tanto viento
que el silencio es obligación
un mar bravo como toro
(quizás toro capado, pero toro al fin)
de aguas limpias como lágrimas
(si, esas mismas de la última vez)

Una cama con olor de quien te ama
enclaustradas en piezas
de hierba mate
y canela

Abracé el campo y su sol
entre espigas
cargué papas
y ata'os de oro
pa' hacer harina

Encontré un aroma tan maravilloso
como los besos
de quien aún no conozco
(pero quiero puro conocer, ni gil)

Pero sinceramente todo fue un suspiro
cuando los encontré a ellos
de setenta o mas ambos, que mas da
sin dientes el
con barba ella
me enseñaron en clase simple
la magnitud del amar
de manos entrelazadas
al ocaso del día,
de la vida

El menú siempre incluye caldo
con papas, de preferencia
y ají
en abundancia.