06 septiembre 2005

El Modelo Más Simple

Me ha tocado presenciar como una vida de desgrana. Una vida común y corriente, con aciertos y derrotas, no más allá de lo extraño. Una vida que se acerca a la muerte de manera lenta, hace más de noventa años, como muchas otras, nada fuera de lo común. Trataré de dejar de lado los juicios implacables, también los tenues, toda hipótesis de moral se torna ya antiestética en esta esquina. ¿Quién fue el primero en vislumbrar la certidumbre de su locura de entre todos los que la rodeaban? ¿Qué lo llevó a pensar aquello? ¿y cómo lo recibió?, ¿trató de impedirlo?, y quien sabe, si al no tener coraje, aceleró malamente su propio proceso. ¿Fue mucho tiempo atrás? ¿Cuantos estarán aún secretamente segados, pensado que es una especie de maquiavélico
plan para no lidiar más con la vida?, ¿Hasta que punto no es tan así? Usaría la palabra egoísmo, pero tiene demasiado ruido a crítica moral. Lo que quiero decir es que las inquietudes más vigorosas no surgen por el propio afectado sin no por nosotros, como una unidad-humanidad, que somos. Es una mezcla en realidad.

Yo sólo puedo decir que soy su hijo y ya no me reconoce. Yo sólo puedo decir que no quiso pagar mis estudios hace treinta años atrás. No sé cuando dejó de reconocerme como hijo, pero siempre supo mi nombre, y por momentos la amé como nunca, olvidé rencores a menudo y amaba olvidar rencores, como así también secretamente me atraía esa ira inexplicable hacía ella. Pero tomé mi cruz y la llevé firme. Ella siempre supo mi nombre, pero hace veinte años comenzó a decir mi nombre, el de mi padre y hermano, cada cierto tiempo, alternándolos, matizándolos según la vida se le presentaba. Esto era casi normal, quien podía haber dado una gran connotación a un traslape de nombres. Hace diez años ya me molestaban varios de sus agradecimientos y muestras de cariño. No por que sea un trastocado, sino por que comenzó, sistemáticamente, a agradecerme cosas que yo nunca había realizado. Comenzó a ofenderme por que cosas que yo tampoco había hecho jamás, pero eso me molestaba menos. Las preguntas del primer párrafo se superponían formando una sola, quien lo haya experimentado puede saber que el contenido de esa masa no es ambiguo en absoluto, es una espada y una pared, una sola cosa, es un grito, es un texto que pide estructura y una buena introducción. Planeo en un precario avión sobre mi mente, infinitas dudas escriben una frase, se marca a fuego una pregunta, quién sabe por que le doy y sé le da tanto preámbulo a lo que es obvio: ¿Para qué vivimos? Por ende, qué es la vida, y si es digna de ser vivida, qué es lo digno entre tanta confusión. Mi madre viva no era mi madre solamente, era mi madre y los que la rodeaban en
unidad indisoluble, con todas las discusiones, con toda la alegría y tristeza, hay que ser certeros, mi madre está viva, pero mi madre ya ha muerto, hemos muerto también en ese sentido. Esa unidad que formábamos ya no está, luego la vida, como concepto trascendente, no puede ser entendida como eso, es decir, por la lucidez, por los problemas que te toca superar, por tus hijos, por lo que te rodea o no te rodea. Las capacidades intelectuales no son vida, un cuerpo sano no es vida, no puede serlo, sino el mundo estaría lleno de zombies. Mi madre no es capaz de ponerse los zapatos. Pero sí inventa historias,sonríe y sufre con ellas, inventa conflictos simples que no son tales, nos cuenta historias inverosímiles y se alegra, no sólo eso, dentro de toda la farsa ella aún trata de hacernos sentir cómodos, se preocupa, aún después de todo, por el resto, por soñado e inexistente que sea. Ahora eso me hace feliz, por que sé que tiene lo único que somos antes que el cerebro se funda, lo único que es nuestro, eso que palpamos, ella lo tiene, mi madre es también una irreproductible y maravillosa maquinita de emoción. Quién sabe si más temprano que tarde yo también seré una de esa maquinitas, tal vez sea o seamos el modelo más simple, uno con tres piezas: Corazón y dos cables, uno a cada extremo. Y ahora digo que una vez cumplido el deber que día a día sabes que te toca, no debiéramos temer a la muerte, por que mi, y nosotros madre es digna representante de la humanidad somos humanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

se me ocurre a veces que eso que conocemos como sistema nervioso, o cerebro, es una especie de filtro para una realidad que de llegarnos tal cual, en toda su crudeza, en toda su increible blelleza, terminaria por impedirnos funcionar de forma mas o menos razonable en este mundo. A tu mama se le descompuso el filtro, y quedo atrapada en otro lado, quiza. entiendo que te duele, y preguntar para que es la vida cuando alguien a muerto es lo unico decente que se puede hacer..