Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Parra Nicanor
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Parra Nicanor
La pesadilla la despierta, sus manos sudadas no la ayudan con la pena. Vio caer todo a ese agujero, con forma de mano en guante de látex, con forma de pesadilla dentro de pesadilla, y sus deseos de desaparecer fueron una vez mas los únicos que podía vislumbrar. Ella corrió, en su cama de dos por uno y medio, sus pies se hirieron con el roce de las sabanas, pequeñas gotitas de sangre se esparcieron por la ropa de cama. Dentro, la carrera era por su vida; hay quienes sueñan sueños temerosos de deudas, o de amores incomprendidos o fantasía inalcanzadas, ella pesadillaba por la peor causa, lo puedo decir con total seguridad, ella había amado vehementemente (o por lo menos eso pensaba ella), había debido y había soñado.
Corría, no de los botones de su abuela, no de los tóxicos capitalinos, no de los amores con enfermedades terminales (siempre le gusto que le llamase flor), no de sus incipientes infidelidades y sus "locuras", como le llamaba; no escapaba de su pronto matrimonio, o de sus hijos, y su naciente depresión post parto, no escapaba de su viejo amado que extrañaba tanto, de sus nietas amorosas (a su pinta, pero da igual), que le sacaban fotos y le hacen rabiar.
Escapar es como desaparecer, y desaparecer es dejar de aparecer, aparecer es hacer acto de presencia, siendo entonces el escapar, en la acepción dentro de su cabeza, una forma de morir, o por lo menos de dejar de existir, como el pequeño pez que vio cuando aún quedaba algo de niña en ese cuerpo mutilado de amor pagano.
¿Que se hace?, cuando el enemigo es la inminencia, un par de manos antojadizas de placer, un cuento escrito en servilletas, un libro a medio leer al mediodía, un viaje a la natal Alemania, una rosa que florece de día, mientras de noche gime de rocío; Que hacer cuando el temor, el enemigo, es uno mismo en cada uno de los momentos anteriores, uno con su saco de sadness, cuando de tanta depresión el medico le diagnostica que su estado basal es la tristeza, y su enfermedad es la alegría.
Ella, en su escape dejaba atrás sus brazos largos, su entrepierna de palta y limón, su par de nietas porteñas, su ataúd de cristal en el centro de la tierra.
En su pesadilla, todos eran ella misma, odiaba a todos, con sus frases prefabricadas, sus esquemas, que eran los de ella, los odiaba por compartir su cara, su senos magníficos, sus gestos repetidos. Los odiaba como cuando el la contactó, el primero, y le dijo que tenia otra, y ella a sus 24, sufrió como una nena, es escapo a la pesada noche con un baile eterno de medianoche, cual cenicienta, sin zapatitos de cristal.
En su pesadilla también, ella al verse infinitamente repetida en las caras de ella misma, barajó el póquer de la muerte auto concedida (suicidio), y se lanzó cuesta abajo, al agujero de su ombligo, mientras con desesperación veia su universo mutilado de amor pagano, y como la entrepierna de su palta se oxidaba, y su par de nietas porteñas no hicieronle caso, nunca les pudo dejar el legado del cuerpo de Cristo.
En medio de las tribulaciones, despertó satisfecha, la vida al iniciar y al terminar son parecidas, y ella llora de hambre, como los primeros meses, en el asilo está con los otros animalitos, sus hijos pensaron que era lo mejor, son exitosos y son felices, ella los extraña, cuando se acuerda.
(8) (8)
Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad...
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha. ...
(8) (8)
Canta, como antes, cuando jugaba a un lado de la batea, con su muñequito de lana, al que le puso Pedro...
Corría, no de los botones de su abuela, no de los tóxicos capitalinos, no de los amores con enfermedades terminales (siempre le gusto que le llamase flor), no de sus incipientes infidelidades y sus "locuras", como le llamaba; no escapaba de su pronto matrimonio, o de sus hijos, y su naciente depresión post parto, no escapaba de su viejo amado que extrañaba tanto, de sus nietas amorosas (a su pinta, pero da igual), que le sacaban fotos y le hacen rabiar.
Escapar es como desaparecer, y desaparecer es dejar de aparecer, aparecer es hacer acto de presencia, siendo entonces el escapar, en la acepción dentro de su cabeza, una forma de morir, o por lo menos de dejar de existir, como el pequeño pez que vio cuando aún quedaba algo de niña en ese cuerpo mutilado de amor pagano.
¿Que se hace?, cuando el enemigo es la inminencia, un par de manos antojadizas de placer, un cuento escrito en servilletas, un libro a medio leer al mediodía, un viaje a la natal Alemania, una rosa que florece de día, mientras de noche gime de rocío; Que hacer cuando el temor, el enemigo, es uno mismo en cada uno de los momentos anteriores, uno con su saco de sadness, cuando de tanta depresión el medico le diagnostica que su estado basal es la tristeza, y su enfermedad es la alegría.
Ella, en su escape dejaba atrás sus brazos largos, su entrepierna de palta y limón, su par de nietas porteñas, su ataúd de cristal en el centro de la tierra.
En su pesadilla, todos eran ella misma, odiaba a todos, con sus frases prefabricadas, sus esquemas, que eran los de ella, los odiaba por compartir su cara, su senos magníficos, sus gestos repetidos. Los odiaba como cuando el la contactó, el primero, y le dijo que tenia otra, y ella a sus 24, sufrió como una nena, es escapo a la pesada noche con un baile eterno de medianoche, cual cenicienta, sin zapatitos de cristal.
En su pesadilla también, ella al verse infinitamente repetida en las caras de ella misma, barajó el póquer de la muerte auto concedida (suicidio), y se lanzó cuesta abajo, al agujero de su ombligo, mientras con desesperación veia su universo mutilado de amor pagano, y como la entrepierna de su palta se oxidaba, y su par de nietas porteñas no hicieronle caso, nunca les pudo dejar el legado del cuerpo de Cristo.
En medio de las tribulaciones, despertó satisfecha, la vida al iniciar y al terminar son parecidas, y ella llora de hambre, como los primeros meses, en el asilo está con los otros animalitos, sus hijos pensaron que era lo mejor, son exitosos y son felices, ella los extraña, cuando se acuerda.
(8) (8)
Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad...
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha. ...
(8) (8)
Canta, como antes, cuando jugaba a un lado de la batea, con su muñequito de lana, al que le puso Pedro...