13 septiembre 2005

Bastaron sólo tres días....


Atravesamos el bosque rápidamente, las flechas enemigas solo buscaban probar nuestra sangre, nosotros de mezquinos nos rehusamos, mientras el vaho de nuestros cuerpos nos hacia cada vez presas mas fáciles de esos cazadores, a los que apodaban Destino y Muerte.

Logramos llegar a un claro, el que se oscureció por la luz de la luna y se ilumino con nuestro beso, ella me dio la mano y yo le di mis sueños, los cuales montamos cabalgando hasta el horizonte, en sendos caballos con herraduras de estrellas, que resonaban en la bóveda como un cántico, que nos arrullo hasta despertarnos.

Al atardecer, llegamos al horizonte, donde siempre esta amaneciendo, y nos servimos un café, hecho con trigo de las espigas de su pelo, y azúcar negra de mis músculos de artesano. El sol nos contó aventuras y nos regaló coronas de arco iris, nos presentó los reinos de la tierra y cordialmente los saludamos, cortamos un par de sus rayos y forjamos bicicletas.

Seguimos hasta el norte hasta que nos encontramos con nosotros, que montábamos bicicletas, nos saludamos y me enamore de ella.

Yo conmigo y ellas dos, bailamos en el bar de la luna, ella nos sirvió un poco de su miel, nosotros bebimos sin reparos, llamamos a un par de zorzales y con ellos jugamos cacho, los dados eran de hueso y la mesa de un verde color madera. Al terminar me despedí de mí mientras yo hacia lo mismo conmigo, entre ellas se besaron la mejilla y quedamos de juntarnos anteayer, yo pícaramente guardé tres de sus cabellos, luego los usaría para construir una red para pescar ilusiones, pero eso es otro cuento...

Nadie oyó la saeta venir, rauda en dirección a mi pecho, ella me salvo a costa de su sangre, lloramos juntos 3000 soles; en una perla le regale el universo y ella me regaló dos lágrimas, con las que formé una espada blanca, le pedí mi mano de vuelta y con su sangre construí un altar. Ella se despidió de mi y me espera al otro lado del rió, Yo cogí la espada y me enfrente a la muerte, bajamos al infierno, donde mueren las ilusiones de los nobles. Derrotar a la muerte no fue sencillo, empecé por plantar rosas en la lava, rosas que elevaban plegarias humildes, lo que reventaba los tímpanos del destino. El paso siguiente fue algo mas sencillo, abracé a mi enemigo y lo perdone de corazón, y quedo escrito en la placa de la animita donde la recuerdan algunos lúgubres que la muerte murió en manos del perdón, sonriendo.........

Ahora Vida me espera en la ribera de la eternidad, mientras los seres humanos la recuerdan desde el otro lado.Decidí dejar mi espada del otro lado para quien quisiera recibirla, la deje incrustada en el altar, bajo el nombre de Fe...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este relato se acerca a mi noción de poesía.....
Realmente a pesar de no ser una entendida en literatura, puedo apreciar un gran avance en su trabajo...felicidades.

Anónimo dijo...

No creo ser la única que lee los escritos de Bob, pero al parecer soy la única que les da su opinión cada vez q lo creo pertinente, sin importar si- valga la redundancia-les importa o no.
Van cada día mejor, no puedo saber si es un esfuerzo individual, ya que son anónimos, o bien algo grupal. De todos modos, me parece excelente que alguien de ustedes incursione en la poesía, a pesar de estar un poco maltratada hoy, para mí no deja de ser un lenguaje superior que junto con la música escrita, revela algo de la esencia humana, un poco perdida en los tiempos actuales.
Magdalena