10 julio 2005

Aplicado A Una Pequeña Muestra Humana

La manera más fácil de escribir es haciéndolo sobre uno mismo. Por si no se han dado cuenta, casi todos los escritos de mi autoría están en primera persona, y las situaciones y pensamientos del "personaje ficticio" son sólo interpretaciones o versiones de las propias mías. Y está claro que se puede escribir con autoridad y, a veces, con gran fluidez, acerca de uno mismo: es lo más simple para mentes sin imaginación.

Hago esta aclaración al verme tildado diariamente de egocéntrico, siendo majadero un mostrar mi visión de las cosas continuamente. Pero como verán, es culpa de la falta de imaginación -el talento vendría a ser lo mismo. Aunque quizás no sea tan sencillo. Puede ser también culpa de los escritores y aquel oficio en general. Uno se imagina que escribir es lo que saben, quieren y necesitan hacer; los porqué de cada uno difieren, pero no creo que racionalmente, luego de emitir la frase "seré escritor", venga el omnipotente ego. Es algo que no tiene que ver con los motivos ni con las palabras, viene intrínsecamente con la profesión. Y es cosa de analizar básicamente lo que un escritor hace: transmitir -ya sea por necesidad o voluntad- hacia toda la gente que se interese, lo que está en su mente. ¿Es lo que está en su mente algo demasiado particular de su persona? seguramente; ¿Tenemos la necesidad de conocer lo personal y particular de una persona? Esto nos lleva casi al concepto de vivir en sociedad -según quien les escribe-, que es el de conocer y comunicarse con las personas que están a tu alrededor, para de alguna forma conocer otras realidades, ojala algo distintas a la propia, con un objetivo específico: recavar información. Una vez que tenemos más información en nuestro disco duro, aumenta la seguridad y confianza en el entorno y dentro de sí mismo. Pero siempre es más fácil con un ejemplo: ante la entrada de ladrones a la casa de Bob, descubriste que entraron porque este dejo
la puerta abierta y un pastel en la entrada. Por lo tanto, cuando salgas de tu casa y hayas hecho un pastel, pensarás en aquello, y tendrás un robo menos en tu mente.

Entonces, cuando lees un libro y aparece gente que vive una vida, que tiene carne bajo la piel, quieres seguir leyendo, sin pensar tanto en que lo que lees fue escrito por alguien más, sino absorbiendo lo leído de igual manera como si fueras testigo visual y fisico de la historia escrita. Acá es donde el ego se desvanece y pasa todo a ser un archivo de experiencia humana más. Ergo, el oficio del escritor no contiene al ego, dentro de su utilidad para el resto de las personas -desde este punto de vista, no tiene fin en sí mismo, aunque ese es otro tema.

Parece todo claro, pero el punto de discordancia, al demostrarse lo anterior, es el siguiente: ¿está el escritor de estas palabras inserto en el oficio de escritor?.

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